Gracias, capitán

Lo más gratificante (e importante) en la vida es conocer y estar rodeado de grandes personas. De gente capaz de tender su mano cuando más lo necesitas. En cualquier momento, sin esperar nada a cambio. Y por suerte, conozco a muchas.

Como cada año por su cumpleaños felicito por redes sociales a una de ellas, a Roberto Canella, capitán del Real Sporting. Para mi sorpresa, me contestó y todavía, seis años después de haberle conocido, se acordaba de mí.

Y es que en ese verano de 2012, cuando en aquella habitación del antiguo HUCA comenzaba a fraguarse “Prueba con una sonrisa”, entraba por la puerta una cara más que conocida, sobre todo para los que en cierta manera papábamos sportinguismo. Era él, Roberto Canella.

Había compartido vestuario en las categorías inferiores del Sporting con Chus, mi compañero de habitación. Eran amigos y éste no dudó en llamarle.

Creo que no supe cómo reaccionar y difícilmente se puede explicar lo que aquel niño de diecisiete años, que siempre había jugado al fútbol hasta ese momento, podía sentir en una mañana como aquella.

Sin conocerme de nada, no dudó en ir a visitarnos y en regalarnos una camiseta a cada uno con el 15 a la espalda.

Durante esos días no podía dejar de enseñarla a cada visita. Y es que su gesto, al igual que los de tantas personas que por esos momentos se alejan de los focos mediáticos que una profesión como esa implica, son la mejor de las medicinas. Sin hacer ruido, discretamente. Con la humildad que caracteriza a Rober por bandera.

Un mes después y en mitad de la quimio, no podía faltar al partido de pretemporada en Luarca. Nada más bajar del bus me reconoció y mi admiración crecía cada vez más.

Tras hablar con él por redes sociales, en Mareo me planté para entregarle "Prueba con una sonrisa", en el que por supuesto sale reflejado.